Cuando hablamos de erotismo, generalmente nos referimos al amor y al sexo, a todos esos momentos envueltos por la seducción y el deseo sexual, ya provenga de una caricia, un olor, un recuerdo, una obra de arte, una película, una canción…

Una de las experiencias más gratificantes de la vida es la manifestación de nuestros sentimientos positivos hacia otras personas a través del contacto físico mediante besos, caricias, miradas o las relaciones sexuales y en estos tiempos en los que cada vez se habla más de las emociones en contraposición a ciertas formas frías de comunicación y relación marcadas por las nuevas tecnologías , es un hecho más que probado que el contacto humano es una fuente de bienestar emocional, tanto para uno mismo como para los demás. Tristemente, nos olvidamos de disfrutar de esos momentos, tan perdidos como estamos en la vorágine diaria del trabajo, los estudios, los hijos y otras situaciones cotidianas que consumen, sin remedio, nuestro valioso tiempo. Por eso es importante que nos detengamos a pensar un poco más en disfrutar de nuestras relaciones con nosotros mismos, de nuestras relaciones afectivas con los demás y de nuestras relaciones de pareja, con todo lo que ello conlleva: el juego de la seducción, el erotismo, la entrega, el amor…

La sexualidad forma parte de nuestra naturaleza, nacemos con ella y nos expresamos a través de ella. No se reduce al mero contacto físico sino que vas más allá, entrando en el mundo emocional,  contribuyendo de forma significativa a nuestro bienestar personal de una manera integral. Esto implica que tenemos que atenderla, mejorarla, explorar y descubrir nuestras posibilidades, aumentando el conocimiento sobre nosotros mismos, sobre nuestra sexualidad y poder compartirla abiertamente. Por el contrario, reprimirla y negarnos los placeres eróticos y sexuales que de ella se derivan significa anular esa naturaleza que nos define y mutilar nuestro mundo emocional. Disfrutar de la sexualidad es un derecho, ya sea solo o con otro adulto, con el mutuo consentimiento y de la forma en que cada uno considere apropiada.

Muchas personas tienen una predisposición biológica que les permite disfrutar más fácilmente de la habilidad de seducir, pero también es cierto que ésta se puede aprender y desarrollar si enseñamos a nuestro cuerpo a percibir las sensaciones eróticas a través del lenguaje de los sentidos mediante el juego de las miradas o la preparación de un ambiente adecuado que despierte  nuestras fantasías eróticas y nuestra sensualidad. Y no nos olvidemos de las caricias y los besos, un tacto que nos hace vibrar y nos invita a entrar en la intimidad de la pareja; o el aroma y el sabor de la piel de nuestra pareja, cómo el gusto y el olfato estimulan el deseo sexual y el erotismo…

En definitiva, los juegos, el sentido del humor y la creatividad son la sal y la pimienta que hacen del erotismo y la seducción un plato de sabores y aromas intensos que resulta muy placentero para la pareja.

Practicar el sexo, desarrollar el arte de la seducción, dar rienda suelta a nuestras fantasías, alejar los temores impuestos por la educación y la sociedad, disfrutando y saboreando cadamomento, nos permitirá abrir la cerradura que mantiene prisioneras a nuestras emociones y a la posibilidad de vivir plenamente con nosotros mismos y los demás.

Giuseppina Cantarella
Psicóloga